Integración a los Ambientes de Trabajo

jueves, 22 de mayo de 2008

Rosalie va de Compras

"Rosalie va de compras" es una sátira acerca de la fiebre consumista de los Estados Unidos, protagonizada por Marianne Sägebrecht (Rosalie) y dirigida por Percy Adlon, en 1988.
Rosalie es una mujer alemana, casada con un norteamericano, Ray Greenspace, a quien todos llaman "Liebling" (cariño, en alemán).
Ray es un apasionado por su avioneta, la que utiliza para sulfatar los enormes campos de arroz que rodean su casa; y de su mujer, Rosalie, de quien está enamorado y confía rotundamente.
Ray y Rosalie viven en un pueblito, Stuttgar, situado en Arkansas, Estados Unidos. Allí tienen una enorme casa donde viven con seis de sus hijos, ya que el major de ellos se encuentra realizando el servicio milita y sólo va a la casa de visitas. Al margen de ello, son una familia muy unida que se rige de acuerdo a los valores de la religión Católica, pero también, debido a la influencia del Capitalismo, son esclavos de las tandas publicitarias, ya que han llegado al punto de sentarse frente al televisor a repetir a coro los eslóganes de las misma.
Ésto, por una parte, les fue inculcado, como dije anteriormente, por el Sistema Capitalista, basado en la ley de oferta y demanda, lo cual los lleva al consumo impulsivo. Por otra parte, acrecentado por su madre, Rosalie, quien día trás día se encarga no sólo de administrar el dinero que entra en la casa, sino también de gastarlo compulsivamente en todo lo necesario, e innecesario, para su hogar; como en hacerles grandes y costosos regalos a cada uno de los integrantes de su familia. No está de más aclarar que los ingrasos no les son suficientes para semejantes gastos. Es así que se vé obligada a utilizar sus 37 tarjetas de créditos y numeosas chequeras, sin importarle que éstos no tengan fondos.
Rosalie tiene como virtud no resistirse a ninguna tentación y para satisfaserlas cuenta con una formidable inteligencia que utiliza realizando "oscuras transacciones", como falsificar la firma de sus familiares, limpiar la cuenta bancaria e los mismos, y elevar el monto de cheques que les son dados como préstamo para saldar alguna de sus interminables deudas. Vale decir que gracias a dichas transacciones logra cumplir los sueños consumistas de cada uno de los integrantes de su familia y hasta los de ella misma.
Es importante resaltar que cada vez que Rosalie iba de compras, antes de volver a su casa pasaba por la capilla del pueblo a confesarse, bajo el lema: "si admites tus pecados, dejarán de ser pecados".
Un día como tantos otros, trás una filmación, Rosalie admite que una de sus hijas quiere como regalo de cumpleaños, y en compensación de un bien que le fue quitado, una PC con acceso a internet, e impresora incluída.
Como Rosalie no podía comprarla, debido al acresentado monto de sus deudas, deside tomar el dinero de sus padres, que se encontraban en su casa con motivo de visita. Y así logra acceder a la misma y satisfacer a su hija. Lo que Rosalie nunca imaginó es que esa "máquina" iba a cambiar sus vidas repentinamente.
Con la capacidad de Rosalie para realizar transacciones ilegales, comienza a interrogar, estratégiamente, a su hija, para conocer el manejo de la PC y los asuntos de la fábica donde la misma trabajaba.
Con el paso de los días, Rosalie, se hizo fanática de la computadora, de modo tal que hasta dejó de hacer las compras que diariamente realizaba; logró descubrir contraseñas que la llevaron a acceder a las cuentas bancarias de la fábrica, realizar, por izquierda, un incremento en el sueldo de su hija, etc.
Dado que Rosalie era una mujer con muchas agalla, deside, trás un plan, presentarse en una entidad bancaria para realizar una entrevista con el gerente y conseguir el préstamo de una alta suma de dinero. Y así lo hizo, y lo que se llevó, tras una pequeña sedución al susodicho y envolviéndolo con sus mentiras, fue una suma de 2 millones de dólares. El hombre, antes de marcharse ésta con el dinero, la despide con una frase sugiriéndole a la misma que "dinero que no se gasta, no produse dinero".
Finalmente, Rosalie, se encarga de realizar todo lo necesario para emprender un negocio financiero, asociándose con su marido, a quien le regala una avioneta nueva, para que se haga cargo de dicho negocio, basado en las grandes ectáreas de arroz que rodeaban su casa. Comenzó a negociar con bancos extranjeras, e invirtió en nuevas avionetas, etc, alcanzando un poder tal que convierte su sociedad en una empresa "multinacional".
Para terminar es importante destacar que Rosalie nunca dejó de confesar sus pecados, concurriendo día a día a la capilla para "contarle" al sacerdote sus nuevas ideas y transacciones. Envolviéndolo en cada una de ellas, y haciéndolo, casi sin querer, partícipe de las mismas.

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